sábado, 6 de agosto de 2016

"SEMBLANZA A DON JOSÉ BLANCO GONZALES" fundador de Noh-bec (q.e.p.d.)


Por Tiberio Cesar TADEO NOVELO 

En Homenaje a quienes dejaron su vida entre la selva noh-bequeña para dejarnos un legado para toda la vida."QUE VIVAN PARA SIEMPRE ESOS HÉROES NOH-BEQUEÑOS"


Don José Blanco Gonzales, Fundador de Noh-bec, ejemplo de tenacidad y hambre de un mejor futuro, fundador de Noh-bec, en su pueblo y Ejido, deja una gran estela de historia tras de sí, que hoy pertenece a los noh-bequeños.

Desde hace un tiempo atrás, vienen a mí, sueños de personajes históricos que me dicen que quieren dejar un legado de su historia, se me escapan tan rápido que no he podido escucharlos, sin embargo no me dejé sorprender de nuevo y en una de sus visitas a mis sueños, me encontré a Don José Blanco.

Delgado, con el cabello completamente cano, su cara testifica el cansancio de su existencia, con unos ojos profundos llenos de interminables ayeres de experiencias anidadas en ellos, resguardadas por unos gruesos lentes, que le han formado unas enormes ojeras por el esfuerzo que realizan sus pupilas para guardar más vivencias que tiempo de vida.

Está entrando la noche y nos ilumina una tenue luz que parpadea por el aleteo de una mariposa que golpea la vieja lámpara, apenas puedo ver con claridad su rostro y su voz es baja, lo que en momentos me confunde por el ruido de los moscos que me pican y los grillos que chillan en los arbustos cercanos al corredor, sin dudar y sin perder de nuevo la oportunidad casi retándolo le pido compartir su historia, asegurándole que no hay nada más valioso en mi carrera que obtener esa información y compartirla al mundo.

Oriundo de Santiago de la Peña, Municipio de Tuxpan Veracruz, nacido el 19 de Marzo en el año de 1915, hombre sencillo, de paz, callado e inteligente, me aseguró que a principio de los años 30 pisó tierras quintanarroenses cuando apenas alcanzaba la mayoría de edad.

Al cuestionarle ¿que vino a hacer a Quintana Roo?, con su característica sonrisa, piensa un poco… Suspira y continua, “vine enganchado con una empresa corredora de chicle, llegamos a Puerto Morelos y ahí nos repartieron a chiclear en los montes de Santa María lo que hoy es Leona Vicario”, sonriendo mientras recuerda ese añejo y difícil pasado lleno de peligros entre la espesa y húmeda selva quintanarroense.

Le pregunto, para asegurarme de lo que me dice con su voz ya cansada por el paso de su añeja existencia en este mundo. ¿Ahí por Cancún?, Si, ahí mismo me dice y suelta una carcajada; mientras adivino que se ríe de mi cuestionamiento casi de primaria. Sentado en el viejo banco se inclina hasta poder abanicarse los moscos que intentan alimentarse de sus tobillos.

¿Quiénes eran esos fulanos para los que trabajó?, le cuestiono, seguidamente le reprocho con un poco de humor, desde entonces se hubiera venido pa Noh-bec. Carcajea mientras me contesta “No, eso sucedió después y fue por causa del destino, es así como se dan las cosas”, piensa un poco y continúa “Pos de lo que recuerdo es que se llamaba Noruega o los dueños se apellidaban Noruega o algo así, pero ellos eran españoles, en esa misma empresa llegó Don Ruperto Prado, Don Delio Alonso y un fulano de apellido Nabares, ellos se quedaron en México ya no se regresaron para su tierra, pos como se iban a regresar si se estaban llevando la lana” dice, mientras sonríe, bromista me resultó este señor y en verdad estaba aterrado por entrevistarlo.

¿Conocía usted a Don Ruperto Prado?
Claro que lo conocía era pesador en la empresa, yo vine enganchado con él, pero un buen día la empresa se cerró y ellos recibieron concesiones para trabajar el chicle por su cuenta, y fue cuando él se volvió contratista, nosotros teníamos que buscarle como para seguir con la chamba, él estaba en Carrillo Puerto y a nosotros nos dejaron a raíz, como quien dice, sin lana y sin el chicle.

“Don Ruperto Prado era un hombre derecho admirador de los Mayas, le gustaba ayudar a los trabajadores y les daba toda su confianza, por eso nos acercamos a hablar con él”, se queda pensando mirando ese incierto momento en el que no había ni pa la comida del día, por la situación en la que los dejo la empresa, antes de que se desvanezca de mi vista lo regreso de nuevo con otra pregunta.

¿Qué pasó? Le digo sorprendido y me contesta “pos nos quedamos sin nada y le pedimos víveres a él, con el compromiso de hombres cabales de venderle a él todo nuestro chicle a cambio de quedarnos por aquí a vivir, nosotros ya sabíamos que había una laguna, pero nadie vivía por aquí, solo gente que se quedaba a dormir en las champas y por las mañanas continuaban el viaje y no era diario solo a veces pasaban”.

Champas, como me explicó Don José Blanco, eran una especie de hato, hecho con unas varengas atoradas en árboles y con palmas de guano encima, a modo de que los que pasaran por ahí se pudieran resguardar por la noche ya sea del sereno o de la lluvia, sin embargo solo era como un area que ocupaban para el descanso y para pernoctar, ya que habían estos paraderos cada determinada jornada, es decir un viaje desde amanecer hasta anochecer y casi siempre habían donde podían obtener agua para los animales y descansar tranquilamente.

¡Por cierto! me dice, “me acuerdo de la que encontramos estaba justamente donde es hoy la plaza cívica de la escuela de Bachilleres”… detiene su relato, se levanta los gruesos lentes y se talla con fuerza los ojos, tal vez tratando de poder mirar mejor, pero tantas décadas de existencia le han cobrado factura y su vista no es la misma de hace tantos años, se baja los lentes de nuevo y escupe a un lado del viejo banco en el que se encuentra sentado, el perro que se encuentra a su costado se acerca a olfatear el escupitajo, y lo echa de una pequeña patada reprendiéndolo, una vez que el perro se aleja continúa preguntando… ¿en que estábamos?... Lo miro sonriente y le digo, pues que se encontraron la champa justo en la escuela de bachilleres…
Si, en verdad es ahí donde la encontramos y estaba bien hecha se podía vivir ahí.

Le cuestiono de nuevo para encontrar claridad en su relato ¿Entonces don Ruperto les apoyó para venir a radicar a Noh-bec? “Si, es que habíamos hablado de ir a trabajar a Catmiz, también a Chetumal y la mejor opción y lo más seguro era venir pa Noh-bec, había laguna, agua pa los animales, árboles para chiclear y comida en la laguna, por si nos iba mal, lo pensamos bien y así lo decidimos.

Así que Don Ruperto Prado nos escuchó, ya estábamos desesperados, le pedimos el apoyo y nos dio dos arrias de carga y cuatro de monta para trasladarnos, recuerdo que nos prepararon las mulas por unos arrieros que les decían el Cubano y Pach, los víveres se los pedimos a Don Fernando Esquivel a crédito para pagarlos en cuanto tengamos trabajo y chicle, fueron 3000 pesos, pero de los de aquella época que si valían” dice, asegurando que el dinero de aquella época alcanzaba para más que el de ahora.

Así fue como se lanzaron a la aventura, guiados por la esperanza y abandonados a la mano de Dios; a primera hora de la mañana del 20 de marzo de 1935, cargados de ilusión, pero también de sobresalto, aun con el cielo estrellado y en medio de la obscuridad de la madrugada y del destino mismo, partieron hacia la laguna de Noh-bec, Don José Blanco, su esposa Lucila González, sus hijos, Rita, Hipólito y clementina, Don Pilar Acosta, su esposa Lorenza Arroyo y su hija Josefina, Don Emiliano Torres y su esposa María Robles, Don Juan Sobrevilla y su esposa Mercedes May y el señor Montano Flores.

El 21 de Marzo de 1935, Nuestro joven fundador tenia escasamente 21 años, casi un adolescente pero con la mentalidad de un hombre maduro, pues lanzarse a las manos de lo desconocido era una decisión no muy fácil de tomar. Así fue, como después de una larga Jornada habiendo pernoctado en Noh-ca, con el calor sofocante y la irritante picadura de los mosquitos, por fin pusieron por primera vez los pies a orillas de la laguna de Noh-bec, “todo parecía un sueño” dice emocionado, ya sabía que esas tierras esperaban que alguien trabaje en ellas.

“Llegamos 5 chicleros todos tuxpeños y nos dispusimos a trabajar como dios manda, el único que no tenía vieja era Montano Flores, él decía que porque no quería dejar viuda, y nos hablaba de una historia que nunca leí ni puedo comprobar, pero de seguro que este hombre si era parte de la historia oficial de nuestro país, él se metió en líos porque se escabecharon a unos militares de alto rango que tenían ordenes de ultimar al gobernador de Campeche, pero él trabajaba con el gobernador un tal Brito quien por órdenes de Porfirio Díaz lo iban a fusilar, pero se les adelantó y luego huyó para la frontera de Guatemala y ahí lo dejaron abandonado a Montano que a poco vino a dar a Carrillo y era chiclero también, fue así como lo conocimos pero era un hombre derecho y no se andaba por las ramas.

“Conmigo vino mi vieja Lucila, Rita, Hipólito y Clementina; con Pilar venia su vieja y Chefina su hija, los demás no tenían hijos”.

Escucho atento, mientras sin cuestionamientos sigue su relato, pero se distrae mientras el perro deja de rascarse las pulgas para ladrarle a un señor que pasa en una vieja bicicleta que rechina a falta de grasa o de algún ajuste de sus tuercas, saluda con una seña y reprende de nuevo al perro haciéndole un sonido con los labios.

Don Jesús Hernández líder del grupo, conocía un poco de las nuevas leyes y como hacerse de tierras, después de la revolución, había diferentes beneficios, como sindicatos, cooperativas reforma agraria y expropiación de los latifundios, entonces los reunió a todos para una nueva meta.

Estaban cerca de lograr algo trascendente para Noh-bec, pues él me asegura que… “Jesús nos reunió para solicitar tierras y nos dijo que necesitábamos 25 personas para eso.

¿En qué año fue? eso fue en el 36 en el mes de marzo también que logramos conseguir el acta que nos hacía dueños de nuestras propias tierras como ejido, reunimos a duras penas a los 25 entre ellos el Papá de Chiquitín que vivía ahí frente a la laguna en donde es el rancho de Don Chucho”.

Los cinco que llegaron fueron los legítimos fundadores del pueblo y del ejido, a ellos se añadieron otros 20 que fueron buscando hasta completar, esos nombres están plasmados en el acta constitutiva de 80 años de edad que descansa resguardada con recelo en los archivos más preciados del Ejido de Noh-bec.

Don José Blanco, un hombre trabajador, con los pies bien puestos en la tierra, jamás fue ofensivo o violento a pesar de la fama con la que contaban los tuxpeños como los otros cuatro que llegaron a Noh-bec, en busca de sueños que a simple vista eran irrealizables, hombres derechos a carta cabal, de habla campirana, con semblante firme y fuerte, a veces hasta temible, pero detrás de aquellas faces duras y patibularias se escondían hombres sinceros, empáticos, pacíficos y con palabra de honor.

De los cinco solo tres de ellos venían armados, Don José Blanco no usaba arma, él era pacífico y amigable, partidario de solucionar los problemas a palabras y no a balazos, sin embargo no por eso era menos hombre ya que en toda sociedad siempre existe un fino equilibrio que se da por naturaleza en los grupos humanos que pretenden sacar su comunidad adelante.

Por eso, al preguntarle sobre si usaba arma me dijo, “no me gusta andar arma yo no me meto en líos, así que si no tengo problemas no necesito andar un arma, ni cuando era joven lo hice ahora menos”.

¿Dónde hizo su casa usted? Le pregunto.
Yo hice mi casa en la esquina que está frente a la Iglesia, de hecho todos estábamos cerca de la laguna, porque cuando llegamos no había nada, nadie era dueño de nada así que nos repartimos las partes más cercas de la laguna, pero todos juntos para poder ayudarnos en lo que se necesite, porque también hacíamos milpa y chicle todo en su temporada, aquí nació el primer noh-bequeño mi hijo Bernaldo, También nació Luisa Acosta Hija de Don Pilar Acosta.

Pilar hizo su casa en donde hoy es frente a Bachilleres, Emiliano Torres hizo su casa en donde está la casa de Doña Concha Falcón, Juan Sobrevilla hizo su casa al lado derecho de Bachilleres donde vivió Orlando Matías y Montano nunca hizo casa, ya que él no tenía vieja ni buscó nunca.

Cuando más entrado estaba yo en los cuestionamientos, mi entrevistado se dispone a retirarse, se despide de mi sin darme la oportunidad de protestar, a lo mejor cree que ya fue suficiente, yo, prefiero dejarlo ir, se para de su banco y con dificultad se endereza, es delgado la vejez es su peor enemiga, se acaricia la blanca cabellera y esboza un ruido como de cansancio, empieza a retirarse como vino y tras él, el perro lo sigue esta vez no lo corretea al contrario le hace un cariño acariciándole la cabeza, ha de ser su ángel guardián.

Mientras se retira su cuerpo va perdiendo claridad hasta que lo veo desvanecerse antes de entrar a su casa… la tristeza me invade y me desplomo en el viejo banco de madera, siento un dolor en el pecho, acabo de culminar una de las entrevistas más importantes de mi vida y aunque no es de profunda información, son datos que despejan muchas de mis interrogantes, como vino a mi se desvaneció de nuevo dejándome un gran pesar en mi corazón… Pero también me dejó información histórica de la fundación de Noh-bec.

Con respeto y cariño dedico esta entrevista virtual a sus familiares y a toda la población noh-bequeña.

¡¡¡Dios bendito como hubiera querido que el tiempo me hubiera dado la oportunidad de entrevistarlo en vida!!!... que dolor me causa en el corazón al escribir estas letras, sabiendo que aunque la información es verdadera, la entrevista solo fue producto de una extraordinaria inspiración que vino a mi vida en un momento que juro que al escribirlas, pude verlo como cuando estaba en vida, pude sentir el aire de su respiración, pude ver con claridad las incontables arrugas de sus manos, sus cabellos blancos, su esencia.

Don José Blanco murió a los 74 años de edad el 8 de Noviembre de 1994 aunque físicamente ya no está, vivirá eternamente en las raíces del roble grande que algún día soñó para sus descendientes, “Noh-bec” en medio de la espesa selva quintanarroense en la que dejó su vida entera, entre las milpas, enormes caobas y chicozapotes, acompañado de su hacha o machete, al lado de esos otros héroes que en algún momento tomaron la mejor decisión de sus vidas, para heredarnos el hermoso pueblo del que hoy nos sentimos orgullosos.



Datos recabados del libro: MONOGRAFIA DEL EJIDO DE NOH-BEC, del Autor Esteban Tadeo Ferral.
Datos Proporcionados: Esteban Tadeo Ferral (entrevista).
Nietos: Datos personales y fotografías.